Siempre digo que, cuando estudias, tienes dos combustibles clave: el tiempo y la energía.
Imagina que eres un coche. El que quieras. Puede ser un Ferrari, un Dacia o un Panda con Bluetooth. Da igual. Lo importante es que, sin gasolina, ninguno avanza.
Y en tu caso, tienes dos tanques. Uno de tiempo, que lo vas vaciando a medida que pasan las horas. Y otro de energía, que se vacía mucho antes… y del que casi nadie se preocupa.
Ahí está el problema.
Tiempo vs. Energía: ¿Dónde está el verdadero cuello de botella en tu estudio?
Porque el tiempo lo tienes igual todos los días: 24 horas. Pero la energía no.
La energía depende de mil cosas: de cómo dormiste, de cómo comiste, de lo que te dijiste al levantarte, de si te enganchaste 15 minutos en Instagram antes de abrir el tema 4.
Y hay un punto clave aquí: tu atención va donde va tu energía.
¿Te suena eso de leer una página entera y no recordar ni una frase? Eso no es falta de tiempo. Eso es falta de energía. Es como intentar llenar una piscina con un colador.
Calentar silla no es estudiar: Optimiza tus picos de atención
Porque sí, puedes sentarte a estudiar 5 horas. Pero si en las 5 estás con la cabeza en otro lado, no estás estudiando.Estás calentando silla. Y eso no sirve para aprobar.
Estudiar bien no va de contar horas. Va de saber usar tu energía cuando más lo necesitas. Va de cuidar tus picos, tus descansos, tus ventanas de foco. Va de parar cuando estás seco y volver con las pilas a tope, no con la batería en rojo.
¿Cómo identificar tus picos de energía? Presta atención a cuándo te sientes más lúcido, más concentrado. Para la mayoría de la gente, suele ser por la mañana temprano, pero cada persona es un mundo. Una vez los identifiques, reserva esas "horas de oro" para las tareas más complejas y que requieran más concentración.
Entrena tu energía: Estrategias para recargar tus tanques
La buena noticia es que gestionar tu energía también se entrena. No es algo innato, es un músculo que puedes desarrollar. Aquí te dejo algunas estrategias para mantener tus tanques llenos:
Prioriza el sueño: Es el pilar fundamental. Establece una rutina de sueño, evita pantallas antes de dormir y asegúrate de descansar lo suficiente. Sin sueño, no hay energía.
Nutrición inteligente: Lo que comes impacta directamente en tu nivel de energía y concentración. Opta por alimentos que te den energía sostenida (proteínas, grasas saludables, carbohidratos complejos) y evita los picos de azúcar.
Micro-descansos estratégicos: No esperes a estar agotado. Incorpora descansos cortos (5-10 minutos) cada hora de estudio. Levántate, estira, mira por la ventana. Esto recarga tu atención.
Movimiento: Un poco de ejercicio (aunque sea caminar 15 minutos) puede hacer maravillas para tu energía y claridad mental. No te lo saltes pensando que es "perder el tiempo".
Desconexión digital: Esos 15 minutos en Instagram antes de empezar a estudiar no te relajan, te roban energía y foco. Establece límites estrictos con las redes sociales y el móvil durante tus sesiones de estudio.
Recuerda: eres un atleta de la mente. Y como cualquier atleta, necesitas cuidar tu cuerpo y tu mente para rendir al máximo.
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